Un sueño…

No quiero nada de ti. No quiero tus riquezas, tus alabanzas, no quiero nada de lo que tienes para ofrecerme. Sé que te han hablado de mí y al verme tirado en este barril mi apariencia te resulta penosa, o incluso, tal vez te provoca un sentimiento de protección. Pero déjame que te repita una frase que seguramente habrás escuchado cientos de veces: rico no es el que más tiene sino el que menos necesita. Y yo ahora mismo no tengo más necesidad que la de estar tirado. Ahora mismo solo quiero disfrutar de este néctar que reposa en mi botella. Espero que no te ofendas y que en lugar de eso me des la posibilidad de explicarte lo que es para mí el mundo en el que habitas. Eso sí, vas a tener que dejar de lado tus pensamientos belicosos y entender que si al final decides hacerme desaparecer solo te habrás quitado un cuerpo de en medio; porque si aún nadie te lo ha dicho: el alma vive para siempre. En primer lugar te diré que tu mente está encerrada en un cuerpo dominado por todos tus sentidos. Sentidos que al ser parte del mundo que te rodea jamás serán capaces de llevarte hacia la verdad. Porque esa verdad solo es posible cuando aprendes a discernir entre el ser y el no ser. No lograr eso es desperdiciar esta vida de hombre que bien podría haber sido de otro animal, incluso de un insecto. Si mi querido amigo, su poder no está en matar sino en la capacidad de entender que somos seres transitorios. Que cargamos con la muerte porque somos incapaces de comprender la fuerza de la vida. Por eso ese sufrimiento que pareciera ser cada vez más insoportable, por eso esas ganas de conquistar el mundo. Un mundo que solo existe en tu cabeza. No, no quiero nada de ti. Porque si cediera a tus deseos estaría retrocediendo hasta el punto de confundir una soga con una serpiente. No te ofendas, ni pienses que te estoy provocando, pero ese perro que tienes delante utiliza mejor el cerebro que tú y que todas las personas que conforman tu mundo. Vete y déjame tranquilo; ¿o acaso eres incapaz de ver esa puesta de sol?; ¿acaso eres incapaz de sentir esta dulce brisa veraniega? Vete por favor, vete y permíteme acabar con este vino. Vete, que nadie me garantiza si viviré mañana. Fue entonces cuando la ira se instaló en sus ojos y el gran conquistador llevó una mano a su espada. Pero de pronto me desperté y supe que todo no había sido más que un sueño…

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