Hay momentos en los que suelo experimentar una extraña sensación, algo parecido a lo que un querido escritor rioplatense dio en llamar con el nombre de delirio. Y si bien mi acepción encuentra rasgos comunes, no es exactamente la misma. De todas formas ahora mismo no pretendo abordar esos caminos. Solo diré que para mí el delirio pasa por entender la vida al contrario de cómo nos la han enseñado. Por ejemplo: ¿Por qué no entender el amor como una experiencia en la que nada ni nadie se quede afuera? Porque no hay que ser muy listo para darse cuenta de que el amor como lo hemos aprendido tiene muchas carencias. La más clara es que somos incapaces de mirar aquello que está más allá de nuestros ojos.
Por otra parte entiendo que la palabra pueda albergar confusión; pensar el delirio nos lleva a imaginarnos alcanzados por sudores fríos o vernos con carteles anunciando el fin del mundo. No, no es ese el delirio al que me refiero. Pero repito, solo voy a decir que para mí la palabra delirio es sinónimo de amor.
Por ello, cuando digo delirio no estoy diciendo que soy parte de una nueva secta. Ni tampoco que haya que arrodillarse frente a un libro sagrado moviendo la cabeza como un loco fundamentalista. Mucho menos formar parte de un partido político en el que el líder o la líder parecen haberse creído que vienen a salvar al mundo. Cuando digo delirio, simplemente, quiero decir que no tengo intensiones de convencer a nadie sino que estoy soñando pero con los pies bien apoyados sobre la tierra.
Porque para entender en donde vivo antes tengo que intentar entender quién soy. Quiero decir no mirar hacia afuera sino mirar hacia adentro. Porque el mundo no es esa realidad que nos hace felices o que nos atormenta. El verdadero mundo tiene lugar cuando tenemos la capacidad de interrogarnos a nosotros mismos. Es recién ahí cuando mi nacimiento tiene lugar, es justo en ese instante cuando comienzo a tener conciencia de que no soy más que parte del decorado. De que he tenido el privilegio de participar en la fiesta y de que esa fiesta es verdadera cuando descubro que para vivirla con plenitud es mejor tener amigos. Porque no hay otra forma de entender el mundo sino como una gran comunidad. Como una vecindad en la que el amor encuentra su verdadero sentido.
Amo a mi viejo y a mi vieja. Amo a mis hermanos y a todos los integrantes de mi familia. Amo a mi perro y a todos los perros del mundo. Amo a los animales y los amo más cuando están libres y no tienen que soportar las limitaciones de los hombres. Amo a la naturaleza y en particular a los árboles. Los amo. Los amo porque todos desde su lugar han querido ser parte de mi vida. Los amo porque me han hecho saber que es mejor amar que ser un tipo belicoso.
Amo al bar al que voy porque cuando llego lo primero que hago es abrazarme con mis amigos borrachos. Amo el barrio en el que vivo porque cuando camino por sus calles mis vecinos me hacen saber que se vive mejor cuando uno tiene un sueño por el que vivir. Los amo. Amo a mi bicicleta porque me lleva a conocer a una ciudad que ha enamorado a cientos de poetas. Amo a mis libros porque estando cerca de ellos no solo puedo volar sino sentirme a salvo.
Amo a Whitman y a Cervantes. Amo a Sartre, a Buber y a Krishnamurti. Amo a Poe y a Thoreau. Amo a los escritores rusos y a los franceses. Amo a Borges y a Onetti. Amo la buena literatura y en especial amo a los escritores americanos. Los amo. Y por supuesto, amo al que para mí es el más grande de todos: knut Hamsun.
No se equivocan: soy un auténtico delirante. Un delirante que experimenta una auténtica explosión de endorfinas cada vez que se deja llevar por su delirio. Es verdad, esta confesión, además, contiene un sentido revolucionario. Revolucionario porque para que esto pueda ser posible, antes tenemos que entender que en el amor nadie se puede quedar afuera. Lo siento si he herido la susceptibilidad de alguien o puedo parecerles un loco. Lo siento si consideran que mi carácter les pueda resultar peligroso. Pero permítanme que les diga algo más: yo no busco molestar a nadie, solo quiero tener un espacio en donde pueda sentir que mis sueños son posibles…
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