Existen países que tienen la desgracia de carecer de medios naturales para desarrollase, y entonces están obligados a poner a prueba sus capacidades para aumentar sus ingresos; existen otros en cambio, en donde la tierra ha sido demasiado generosa con ellos y, por esta razón, adoptan una postura un tanto displicente.
Allí donde la tierra se acaba, hay un país que desde hace años viene luchando con esta enfermedad que parece dispuesta a quedarse. Pero como la tierra continua siendo generosa, sus gobernantes llevan años empantanados en luchas que no tienen demasiado sentido. Y el sistema que cada vez más se parece a una gran ballena, abre su boca y se aprovecha de éstos pobres que no hacen otra cosa más que precipitarse en el vacío.
El problema de este país sudamericano, hay que buscarlo en la historia y ésta nos ofrecerá un abanico de respuestas que nos darán un idea de lo que allí pasó. Y lo que allí pasó, es que las guerras civiles dejaron a sus triunfadores muy debilitados, y entonces éstos prefirieron echarse a descansar, regocijarse en sus riquezas y a viajar por el mundo; lo que pasó fue que la oligarquía gobernante de la época, prefirió continuar disfrutando de la generosidad de la tierra, en lugar de industrializarse. Y entonces un día el mundo hizo un crack y este país del Río de la Plata, sintió ese impacto dejando a sus ciudadanos completamente desorientados.
De esta carencia de ideas, surgió el personaje más popular de su historia. El hombre que hizo posible lo que parecía imposible, hacer de la región más rica de Sudamérica, un pantano en donde las ideas se mueren antes de ser escuchadas.
Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Castro, son algunos nombres de procesos populistas, en su mayoría sangrientos y corruptos, en donde por sobre todas las cosas se trabajó por fanatizar o adoctrinar a sus ciudadanos, creando enemigos inexistentes por el simple hecho de poder dominarlos.
Hoy el populismo está tan vigente como antes. Y si bien se nutre de otros rasgos, no es otra cosa más que la respuesta de la periferia urbana y rural a un mundo que les ha dado la espalda. El puente que unía a los de arriba con los de abajo se ha roto y, desde esas ruinas, el populismo ejerce sus derechos, lucha por recuperar valores que se han perdido en esta nueva sociedad. Nueva, porque la clase media ha desaparecido, provocando una fractura en la que sólo existen ricos y pobres.
En argentina, Juan Domingo Perón fue el primero en adoptar medidas populistas que, entre otras cosas, condenaron a los argentinos a vivir en el ruido y la pobreza; fue este ex militar, venido a mecenas, el que de la mano de una pobre mujer utilizó a todo un pueblo para fines que se escaparon a sus propios objetivos. Digo esto porque a pesar de mi clara animadversión hacia la figura de este prócer, dudo mucho que, entre sus planes, se encontrara ver a su país condenado a la extrema pobreza.
Lo cierto es que Argentina hoy sufre una enfermedad que está más allá del populismo, y que bien podría denominarse, amor ciego por las ideas muertas; una suerte de romanticismo en la cual caen ciertos gobernantes que se sienten aferrados a ideologías disfuncionales y anacrónicas.
Una patología que también podría designarse con el nombre de necrofilia ideológica, ya que infecta el corazón de la sociedad, anulando el deseo de ser libre. Una precipitación sin retorno, que acaba en el olvido y que en poco tiempo, termina aniquilando las ilusiones de los hombres y mujeres, que sueñan con vivir en un lugar mejor…
Muy buena síntesis del autor de la nota que refleja la penosa realidad de Argentina; un país que ha menospreciado la saludable intención de ser República, subyugada por el populismo que hundió la Italia de Mussolini, la España de Franco, la Rusia de Stalin y pretendió justificar el Holocausto de Hitler.
Muy buena nota que tiende a reflexionar sin resentimientos.
No lo podrías haber explicado mejor. Enhorabuena!