Lo bautizó Charlie…

La información es como adrenalina que se propaga por todo el mundo; la conciencia se alimenta de ésta y un día cualquiera –tal vez sin darnos cuenta– abrimos los ojos y nuestra mirada ya no es la misma. La noticia tiñe el mundo de otro color y en el cuerpo se manifiesta un cosquilleo que bien podría ser entendido como alegría.

Sin embargo, también nos puede pasar que esta crónica decida transformarse en dicha, o en algo comparado a una bendición. Una bendición en la que creemos encontrar el germen del entendimiento humano. Y entonces ya no es la noticia sino la esperanza la que alimenta nuestro espíritu, no es ya la imagen sino la ilusión la que exhorta nuestro cuerpo. La vida se deja atrapar por un instante y el ángel nos toca en el hombro para recordarnos cuál es el camino.

Reconozco que por entonces pasaba por una situación bastante particular, había tenido la suerte de vivir en Europa pero esta experiencia no fue capaz de brindarme lo que esperaba. Reconozco también que no sé cómo definir eso de esperar. Lo cierto es que era incapaz de hallar la calma. Esa que viene cuando uno logra entender que no es más que parte del decorado, aquella que uno encuentra en el rostro de los sabios y que no es otra cosa que la auténtica felicidad. Estaba perdido y eso me ponía en un punto peligroso.

Pero lo peor de llegar a ese umbral, es descubrir que las posibilidades no son más que puertas que se cierran en la cabeza. No son más que conclusiones –la mayoría de las veces equivocadas– que te llevan a bajar los brazos, o a creer que la vida no tiene nada bueno para darnos. 

La noticia tuvo lugar en un periódico italiano. El sabio, un guardacostas siciliano que había hecho de su profesión el más bonito ejemplo; ese que te despierta cuando crees estar un poco desorientado o cuando llegas a la triste conclusión de que nada tiene sentido. <Linda profesión esta de guardacostas> –pensé. Tal vez porque debe ser de las pocas que te hace poner en práctica aquello que tiene lugar entre la mente y el cuerpo y, de esa forma, comprobar el extraordinario poder de las manos: “Curioso rescate en Italia, un guardavidas sacó del agua a un pequeño gato y le aplicó las mismas técnicas como si fuera un ser humano…”

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