Las mujeres son distintas…

En ocasiones me pongo a pensar y llego a conclusiones que me llaman poderosamente la atención. La mañana se presta para este ejercicio y entonces los pensamientos vienen hacia mí sin que yo los llame. El olor del café hace su parte y me descubro en una tierra árida y montañosa en donde el vaho de la sangre parece haber encontrado un buen sitio para quedarse. Luego pienso en su Dios y el rechazo es automático. <No puede existir alguien bueno que tenga la necesidad de hacer sufrir a tanta gente. No puede haber un Dios selectivo que permita que unos hombres tengan derechos y otros tengan que acostumbrarse al retraso>. Y entonces otro pensamiento asoma y la mañana se empecina en hacerme detener en los rayos de sol que entran por la ventana. El mundo es absurdo –me digo. Y una vez más mi cabeza sobrevuela una realidad que me preocupa. La igualdad pasa a ser la protagonista y siento como mi cuerpo se altera. Los hombres llevan más de cinco mil años provocando guerras y las mujeres han respondido siempre dando vida. Los hombres hemos demostrado ser la parte oscura de la historia y ellas, las mujeres, han sido las abanderadas de la esperanza. No, la igualdad en un mundo creado por hombres es algo que no me convence. Como pretender la igualdad cuando el matriarcado es sinónimo de vida y el patriarcado en cambio, ha demostrado ser sinónimo de muerte. No, definitivamente no estoy de acuerdo. Las mujeres no deben exigir la igualdad sino hacernos creer que no van a ser iguales que nosotros. Que el mundo no es un lugar de miseria sino que la abundancia pervive en cada uno de los hogares. Las mujeres no son como nosotros: ellas se han dedicado a parir, nosotros, los hombres, solo hemos provocado la muerte…

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