Lagunas…

Necesitaba escribir, desahogarme, dejar a un lado la parodia y encontrar al personaje que habita en el sueño y que por momentos se hace presente en la vigilia; necesitaba serenarme, y allí donde las lagunas brillan como un espejismo sobre la arena, abrir los ojos y entender que aún sigo vivo. 

Necesitaba respirar, llenar los pulmones de aire, porque la vida no es más que ese instante perfumado que se revela y que la mayaría de las veces dejamos pasar; no es más que una pulseada con esa voz omnipresente que nos dice que hay que exigir garantías. 

Necesitaba volver, retomar el papel y enfrentar la hoja en blanco sin temor, entendiendo en su rechazo, el gesto de la doncella que teme a la mirada del hombre que busca poseerla. 

Necesitaba con desesperación enfrentar el absurdo y, en ese esfuerzo inútil pero vital, entender que la energía sólo se manifiesta y vive, cuando nos dejamos atrapar por ese acto que nos define. 

Necesitaba escribir, saber, más temprano que tarde, si el destino ya se había manifestado, o si la comedia terminaría por aburrir a esos tipos que hoy se ríen a carcajadas…

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