La vida…

La vida es un aliento, una respiración; es vacilación y al mismo tiempo un desahogo; es ese instante tibio que nos acaricia mientras observamos una puesta de sol, es ese vértigo que nos atraviesa cuando respiramos el mismo aire de la persona que elegimos.

La vida es un ritmo, una vibración; es un cosquilleo que nos eriza la piel y que tiene como objetivo erotizar y hacer del caos un ente desnudo y sin contradicciones. Es también angustia, dolor, miedo; una rutina con más o menos fortuna que nos obliga a avanzar y que se repite una y otra vez hasta la muerte.

La vida es ilusión, es hechizo; algo que se manifiesta en nuestra cabeza y que nos lleva a cumplir metas que, la mayoría de las veces, nos dejan sabor a poco. Tal vez porque cuando somos jóvenes las risas no son suficientes, o quizás porque cuando llega la madurez sabemos que todo se acaba. Se acaba y en lugar de aspirar a conocernos a nosotros mismos nos decantamos por objetivos que se diluyen demasiado pronto. Se acaba y en lugar de aceptar esta verdad con valentía, dentro de nosotros se alberga un absurdo deseo de inmortalidad.

La vida es una pendiente, una bajada, una planicie, un azar permanente; una eterna y absurda contradicción, un paisaje abigarrado que nos pone en contacto con personas que nos arrastran a dar un paso más. Y entonces esas pulsiones de muerte que sobrevuelan nuestra cabeza, se alejan por un rato para dar lugar a la risa o  a un nuevo deslumbramiento; a esa certeza infundada que en nuestro fuero interno, no se cansa de repetirnos que, aun en los peores momentos, vale la pena estar vivo…

Un comentario en «La vida…»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *