John y Yoko…

Me pasó un día de esos en que la vida te sorprende, un día de esos en que la conciencia te hace saber que no estás solo; y aunque nunca supe bien si es la vida o es uno el que la provoca, ese día deseé habitar en otro mundo.

Recuerdo que por esas fechas me engañaba con la idea de aprender un idioma. Digo que me engañaba porque lo que en verdad hacia era estar pendiente del reloj, intentar convencer al tiempo y, sobre todo, a mí mismo, que estaba haciendo algo importante.

Nada de eso era verdad, Europa había sido una gran escuela, pero al igual que Gilgamesh, la experiencia del viaje no se mostraba como un acierto sino más bien como una gran frustración. Estaba perdido. Tenía la vivencia del mundo pero no sabía cómo transmitirla. Y eso no hacía más que aportarme un gran dolor.

Y entonces la vida, el azar, o yo mismo, que no había aprendido otra cosa más que a ser un auténtico curioso, me dejé atrapar por la imagen de un hombre y una mujer de razas distintas, un hombre y una mujer que parecían decirle al mundo que tenían algo para compartir. La canción era “Imagine” y los protagonistas John y Yoko. Y aunque la había escuchado cientos de veces, sentí como si lo hiciera por primera vez; como si me sumergiera en otro mundo, en un lugar en el que los viejos recuerdos de adolescente cobraban vivacidad.  

Y envuelto en esa atmosfera, perdido en una dimensión donde todo parecía haberse detenido, me dejé llevar por la música; y al hacerlo, no pude evitar pensar en lo convulsionado y confundido que estaba el mundo, no pude lograr defenderme de un amargo sentimiento que me sobrecogió y, vaya a saber con qué intención, me hizo sentir una especie de vergüenza.

Sin embargo, la letra de la canción y la fuerza de la melodía se impusieron a ese repentino y amargo sentimiento y, en lugar de continuar insistiendo con las desalentadoras conclusiones, me hicieron reparar en mi interior para luego volver con una sensación limpia y renovada.

Entonces pensé en el titulo dibujando en el cielo azul la misma parábola que un misil o haciendo el mismo estruendo que una bomba; cerré los ojos e imaginé ese poderoso impacto que, de un plumazo, borró todas y cada una de esas imágenes que hacían del mundo un lugar absurdo y azaroso. Entonces miles y miles de chicos volvieron a sonreír y por un momento pensé en estar habitando otro mundo: el color de piel, la religión, el dinero, las fronteras, y todas las ideologías por las cuales el hombre se había distanciado dejaron de tener sentido.

Por unos instantes sobrevolé la tierra con la imaginación y vi que en los rostros de todos los hombres y mujeres que volvieron a oír la letra de esta canción les había pasado lo mismo: sintieron que lo hacían por primera vez…

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