Estoy seguro de que a ti también te pasa. Estoy convencido de que cada mañana sientes que tienes una posibilidad de comenzar de nuevo. No sé, tal vez tú me puedas decir de dónde nace esta sensación; o, por qué, a pesar de los tropiezos, sigo creyendo que vale la pena estar vivo. Yo solo te puedo contar que el espejo no para de enviarme señales, de repetirme una y otra vez que el día lleva toda la noche pensando en mí. Seguramente que sí. Quiero decir: yo no puedo ser el único.
Y entonces, éste logra controlar su entusiasmo y me dice que ha hecho planes. Y que esos planes comienzan con un buen desayuno. Que luego seguirá la escritura y más tarde un buen libro. Sin embargo, yo apenas reacciono y, en su lugar, me dejo atrapar por un largo bostezo. Seguidamente sonrío.
Pero el espejo insiste. Vuelve hablarme de sus planes y de que está convencido de que puede ser un gran día. Entonces me despierto y oigo con claridad que dice: te quiero.
Y continúa…
Una vez que te hayas deleitado con un buen almuerzo, tal vez te convenga dormir una pequeña siesta. María te espera para darte todo lo que tiene y tú debes responderle como ella se merece. Luego irán al cine y a continuación tendrá lugar la cena; y más tarde, si los dos entregan lo mejor, se producirá el milagro.
Pero antes de pensar en eso, tienes que saber que te quiero y que estoy completamente enamorado de ti. Y que este amor no es algo pasajero, sino que es para toda la vida.
Seguramente que a ti también te pasa; quiero decir, que cada día sientes la dicha de estar vivo. Seguramente experimentas la felicidad del gran poeta, aquel que recostado en la hierba, no solo nos hizo mirar en nuestro interior sino que nos demostró que, al hacerlo, estamos cambiando el mundo.
No tengas miedo y no confundas este amor con narcisismo. No tiene nada de malo quererse, si ese amor tiene como meta alcanzar el corazón del otro…
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