Desnudarse no es quitarse la ropa, ni es andar en bolas por una playa desierta; no es ver tu sexo fatigado junto al cuerpo de la mujer amada, tampoco es decir lo primero que se te venga a la cabeza.
Desnudarse no es ejercer algún tipo de terapia, ni es exponerse al lente de la cámara de un fantoche con aires de artista; no es creerse un provocador, o convertirse en un payaso que confunde la libertad con el libertinaje.
Desnudarse es mirarse al espejo y entender que del otro lado está uno con todas sus imperfecciones, es reconocer que pudiste haber fallado, es darse cuenta de que nunca es tarde para pedir perdón y comenzar de nuevo.
Desnudarse es romper con todo aquello que te condiciona, es buscar en tu interior sabiendo que ese esfuerzo no te garantiza nada; nada, excepto la satisfacción de estar a solas contigo mismo.
Desnudarse es provocar un estado de libertad absoluta, es arriesgarse a traspasar la penumbra que conecta tu interior con el universo; es entender que en la soledad no dependes de nadie, porque solo allí te conviertes en luz, capaz de alumbrar a todo lo que te rodea…
Quisiera estar desnudo ya.