–Ven, acércate, hablemos un momento; veo que estás preocupado. Lo sé porque llevas dando vueltas por toda la casa, y a pesar de que notaste que llegué del trabajo, aún no has venido a darme un beso.
>Ven, siéntate acá, hace tiempo que vos y yo nos debemos una charla; es más, estoy convencido de que algún día me la echarías en cara si hoy se me ocurriera dejarla para otro momento. Y aunque te parezca mentira, también sé lo que pasa por tu cabeza. Terrible problema amigo mío, te gusta una chica y no sabes cómo decírselo.
>No te preocupes, a mí también me tocó pasar por eso. La diferencia entre vos y yo es que tu padre pertenece a una generación en la que los hijos solo debían preocuparse por sacar buenas notas, y eso de hablar de mujeres con sus padres eran temas que se escapaban del fútbol o de cualquier otro tipo de plan que tuviera que ver con el fin de semana. Y ahora que lo pienso, no sabes lo bien que me hubiese venido una conversación como esta. Con esto no estoy diciendo que mi padre no se preocupara por mí, todo lo contrario, tu abuelo es la persona más generosa que conocí en la vida; solo que si me hubiese contado algunas cosas sobre las mujeres, no hubiera tenido tantos fracasos amorosos como los que tuve. Pero bueno, al final siempre hay un porqué para todo y ese todo tiene que ver con la mujer más maravillosa que he conocido: tu madre.
>Pero no nos desviemos del tema y sigamos adelante. Trataré de ser lo más claro posible: lo primero que uno tiene que saber es que dentro de cada uno de nosotros existe un ser instintivo y otro racional; el primero suele aparecer cuando no pensamos, cuando nos dejamos llevar por nuestras pasiones o por nuestros impulsos; el segundo en cambio tiene que ver con el principio de realidad, quiero decir cuando nos detenemos y utilizamos la cabeza; y existe un tercero relacionado con la autocrítica, con la parte moral, y que en ocasiones tiene la difícil tarea de actuar como mediador.
>No me mires así, no te preocupes, trataré de explicártelo con otras palabras, la culpa es mía que a donde voy no puedo apartarme del trabajo. Lo que te quiero decir es que no puedes acercarte a una chica y de buenas a primeras darle un beso. Eso sería terrible. Lo que tienes que hacer, además de expresar tus sentimientos, es recurrir a tu inteligencia; y es ahí donde la función del mediador del que te hablo cobra sentido.
>Las mujeres son seres tremendamente complejos, dotados de una gran sensibilidad, lo que las convierte en el mayor desafío al que uno tiene que enfrentarse una vez que fija su mirada en ellas; y eso, quizás, haya que atribuirlo al complejo de Edipo; pero bueno, no sigamos por ahí.
>Como te decía, además de complejas, hermosas, intuitivas, todas poseen algo que si recurrimos a la mitología griega tiene su origen en Zeus y La caja de Pandora; y esto es nada menos que la curiosidad. Si mi amigo, lo que yo haría en tu lugar es tratar de mostrarme distinto del resto de los chicos; comenzaría por ser caballero, amigable, y aunque esto pueda parecerte un poco cursi, no conozco a ninguna mujer, por más abierta que se muestre, que pueda resistirse a las atenciones de un hombre gentil y respetuoso. En otras palabras, lo que tienes que hacer es ganarte su confianza; y una vez logrado eso, podrás invitarla al cine, a tomar un helado, a bailar; y si continuas mostrándote amigable, educado, atento y con sentido del humor, ella hará lo que le pidas. Conclusión: te dará ese beso que tanto deseas.
>Eso sí, y acá me gustaría que me prestes mucha atención: todo lo que hagas debes hacerlo desde el corazón; porque el día que lastimes a una chica sin motivos, ese día, dejarás de poseer esa aura de la que te hablo, y te convertirás en un hombre común y corriente…
De pronto Capitán corrió hacia la puerta y comenzó a ladrar con desesperación sin dejar de mover la cola. Entonces me alejé por un momento de ese niño que comenzaba a crecer y vi a Marta cargada con las bolsas del supermercado. Resoplaba. El perro saltó a su alrededor y ella me miró con los brazos caídos y haciendo un puchero: el aire de madre primeriza la hacía aún más hermosa. Instantes después acudí a su rescate y, mientras lo hacía, me despedí de esa imagen que había vuelto al vientre de su madre, sabiendo que llegaría ese día en que juntos, tal vez por una cuestión de faldas, tendríamos una charla de hombre a hombre…
Muy lindo tema y muy bien desarrollado. Felicitaciones.